viernes, 15 de noviembre de 2019

Introducción



En este Blog se pretende abordar de manera resumida la importancia que tiene la música ranchera y el mariachi como patrimonio cultural
Se comenzará justificando la diversidad de definiciones que se han hecho con respecto al patrimonio, citando autores y organizaciones como lo es la UNESCOposteriormente se dará un análisis histórico de la música regional mexicana, basándonos en fuentes confiables que nos explicaron acerca del tema planteado; su origen, desarrollo, y su trascendencia con el paso del tiempo.
También se mencionarán algunos autores e intérpretes de dicho género; que llevaron la música a otros rincones del mundo.

Para finalizar conoceremos una entrevista realizada al Señor. Marco Antonio Carrillo Caballero, mariachi de profesión, quien nos explicará su experiencia en este ámbito musical.



 

viernes, 8 de noviembre de 2019

El concepto Patrimonio


Al escuchar el término Patrimonio nos remonta a lo económico o algo valioso que nos heredan  nuestros padres, como dinero, terrenos o bienes materiales. 
María Ángeles Querol en su libro Manuel de Gestión del Patrimonio Cultural[1] nos dice que el patrimonio cultural es el conjunto de bienes muebles e inmuebles, material e inmaterial, que se han heredado a través del pasado, por este motivo debemos de conservarlo ya que es parte de nuestra identidad social.
Esos bienes son productos del trabajo del hombre por eso para nombrarlos utilizamos los conceptos “cultural” o “histórico”.

Es así que la mayoría de los bienes de la naturaleza a los que nombramos como “Patrimonio Natural” los denominamos también “Patrimonio Cultural” quizás porque los seres humanos no sabemos dar ningún otro tipo de tratamiento y todo lo que hacemos la hacemos llamar “cultura”; pero eso no lo convierte, a ellos mismos, los bienes de la naturaleza, en “culturales”, sino que siguen conservando su definición original.
Como es bien sabido un bien mueble es aquel que puede estar en movimiento, es decir, cuya vida o conservación no este arraigada al suelo. Como ejemplo sería una moneda antigua, una pintura de Leonardo Da Vinci, pero también un abanico, o una antigua máquina de coser. 

Los bienes inmuebles sí que están ligadas al suelo, viven en él y no pueden ser trasladados; en realidad, aunque una tecnología moderna y costosa lo permitiera, el bien perdería con ello su naturaleza contextual, el paisaje humanizado al que da forma y que le da razón. En esta ocasión, y siguiendo con lo nuestro, el ejemplo propuesto sería un edificio antiguo.
Por aparte, los bienes de carácter inmaterial, son invisibles y frágiles que tienen que ver con canciones, bailes, rituales o fiestas, sistemas de comunicación, modos de hacer, técnicas.
La segunda definición en lo que nos referimos dice: “que hemos heredado del pasado”. Así que vamos a partir de la idea de que ese pasado no tiene que ser remoto, pero sí de ser “pasado”, es decir, los objetos o bienes materiales como por ejemplo un libro en donde ya no se fabrican y están fuera de la circulación industrial; en cuanto a los inmateriales, también vienen existiendo desde hace tiempo, aunque estén en continuo cambio.
Al haberlos “heredado”, algo heredado del padre incluso de la madre tiene que haber al menos una generación entre quienes lo hicieron o lo inventaron y quienes ahora vivimos. Sobre lo que sí conviene reflexionar es lo que "hemos heredado del pasado" es también el propio pasado, es decir, las decisiones que se tomaron en su momento sobre lo que se conservaría o no, sobre lo que se destruiría o no.
En ese sentido el patrimonio cultural actual es el resultado de una serie de constantes cambios, construcciones y destrucciones, la mayoría de ellos inconscientes respecto al daño que pudieron hacer a lo que ahora consideraríamos elementos patrimoniales, que se han producido a lo largo de  nuestra historia.

Uno de los principales estudios del concepto fue el profesor chileno Raúl Brañes Ballesteros, quien estudió derecho en la Universidad de Chile, además de ser Doctor en Filosofía en la Universidad de Roma y Doctor en Economía en la UNAM. Quien comparte acerca de patrimonio, lo siguiente:
La palabra Patrimonio que se emplea comúnmente para designar el objeto de esos sistemas de protección, procede de la voz latina patrimonium, que era un término que se usaba para señalar el conjunto de bienes que una persona había heredado de sus ascendientes. Es evidente que dicha palabra no fue seleccionado al azar por quienes acuñaron la expresión “patrimonio cultural y natural de la nación” cuando se crearon los respectivos sistemas de protección. La verdad es que en su sentido etimológico permite que a través de ella se evoquen no solo los bienes que integran el acervo cultural y natural de una nación, sino que también de que dichos bienes habitualmente han sido transmitidos de generación en generación dentro de esa nación. Sin embargo, la palabra patrimonio tiene otros significados, que separan del estrictamente etimológico. Incluso el mismo derecho moderno utiliza esta expresión en un sentido que no tiene mucho que ver con sus orígenes. Esto ocurre en el derecho civil, donde por patrimonio se entiende al conjunto de derechos y obligaciones presentes o futuras de una persona que son susceptibles de valorizarse pecuniariamente en otras palabras, el patrimonio es una mesa de bienes, derechos, obligaciones y cargas apreciables en dinero, que confirman una universalidad jurídica (Universitas Juris), y que no son otra cosa que el resultado económico, real, virtual, o de un atributo de la personalidad… en sentido figurado la palabra patrimonio se utiliza para a los bienes propios  adquiridos por  cualquier título… es claro que estas dos últimas nociones de Patrimonio no se acomoda al uso que se da a la misma palabra en el terreno que ahora se está examinando… así, por ejemplo, las cosas que integran el patrimonio cultural de la nación no son bienes, derechos, obligaciones y cargas susceptibles de valorarse pecuniariamente. Por otra parte, la relación de pertenencia entre la nación y esos bienes no implica necesariamente que ésta sea su propietaria, en el sentido civil de la expresión sino más bien que la nación tiene una potestad sobre tales bienes que le permita regular el uso y disposición de los mismos… es importante hacer que, sin embargo, el lugar preponderante que ocupa dentro de la cultura jurídica dominante el significado civil de la palabra “patrimonio” ha generado cierto rechazo al uso en la legislación de las expresiones “patrimonio cultural” o “patrimonio natural”, que en realidad son utilizadas en ellas en contados casos. Las mismas expresiones, empero, son empleadas habitualmente en el lenguaje común[1].

De acuerdo con lo que dice Brañes, es cierto que estos valores económicos o conjunto de bienes deben de ser también derechos y obligaciones, ya que se supone son de valor. Y que la nación o más bien, el sistema de protección que se encarga de regular su funcionamiento los resguarde, esto, con el fin de mantener su valor incalculable que tiene para el mundo.
El patrimonio es definido como herencia generacional. A continuación se hace mención de algunos conceptos no tangibles que forman parte de la identidad de un pueblo: las costumbres, la ideología, el comportamiento, la religión, la música, las artes, etcétera. Que a su vez se legitiman en una sola palabra: cultura.

En términos jurídicos, el Dr. Francisco Arturo Schroeder Cordero señala que:         
Por patrimonio cultural de una nación, debemos entender a todos aquellos bienes muebles e inmuebles, incluso intangibles, tantos públicos como privados, que por sus valores históricos, artísticos, técnicos, científicos o tradicionales, principalmente, sean dignos de conservarse y restaurarse para la posteridad.

Según la aportación de Schroeder, el patrimonio no reserva únicamente a lo material o tangible, sino también se debe de hablar de lo intangible, refiriéndose a este como algo que no puede ser tocado. Es entonces que la relevancia del patrimonio cultural recae en que es un acervo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en generación.
Pese a su fragilidad, el patrimonio cultural es un importante factor de mantenimiento de la diversidad cultural frente a un mundo globalizado. La comprensión del patrimonio cultural de diferentes comunidades contribuye al diálogo entre culturas y promueve el respeto hacia otros modos de vida.

Desde otro planteamiento y  de acuerdo a La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en su apartado Patrimonio Cultural Inmaterial, señala:
El contenido de la expresión " patrimonio cultural" ha cambiado bastante en las últimas décadas. El patrimonio cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativas a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculada a la artesanía tradicional[3].

Esto significa que el término Patrimonio abraza todas las manifestaciones culturales, que al final del día, definen al hombre con su existencia. Interpretando la declaración de la UNESCO, puede asegurarse que la música ranchera es  patrimonio cultural, ya que cuenta con los atributos necesarios.

Según el estudioso boliviano y crítico de arte Pedro Querejazu Leyton, en su libro La apropiación social del patrimonio: antecedentes y contexto histórico (2003), señala:

El patrimonio nos define como unicidad respeto a la otredad, nos ayuda al reconocernos en los elementos comunes pero diversos respecto al reconocimiento del otro.

El hombre se ve reflejado en el otro, en su existencia, en sus manifestaciones culturales, se reconoce. La co-existencia da pie a la valoración de lo que somos y  de lo que creamos como entes proveedores de cosmogonías, hechos y aportaciones culturales que originan patrimonios, tema que nos atañe.
Entonces debería ser una obligación social que los hombres y todos los organismos gubernamentales resguardarán todo patrimonio que represente la cultura mexicana en el mundo, en este caso de la herencia musical ranchera de México.
Escuchar música ranchera nos traslada a lugares y recuerdos, remontándonos a etapas históricas entrañables. Trae a nuestro presente una herencia que nunca se ha ido y nunca irá. Las canciones rancheras describen al México del ayer, su historia, su arte, sus valientes hombres, sus bellas y hacendosas mujeres, la vida campirana, e incluso la época de oro del cine mexicano. Quién no ha escuchado  la canción México lindo y querido, del gran Jesús Monge Ramírez (1910-1964), interpretado por primera vez por el Trío Tariacuri en 1945 y posteriormente por el tenor mexicano Jorge Negrete.

Voz de la guitarra mía
Al despertar la mañana
Quiere cantar su alegría
A mi tierra mexicana

Yo le canto a sus volcanes
A sus praderas y flores
Que son como talismanes
Del amor de mis amores

México lindo y querido
Si muero lejos de ti
Que digan que estoy dormido
Y que me traigan aquí

Fragmento de la canción México lindo y querido.

La canción México lindo y querido fue proclamada hace algunos unos años como la canción mexicana del siglo XX. Esto quizás se debe a que su letra llena de melancolía y orgullo a cualquier mexicano que se encuentra radicando en el extranjero, quien no olvida a su bello México. Pero esta canción no es la única que describe estéticamente las costumbres de México, existen otras como: ay Jalisco no te rajes de Manuel Esperón González y Ernesto Cortázar; canción mexicana (canción de dominio público); la feria de las flores escrita por Chucho Monge entre otras[4].





[1] María Ángeles Querol, Manual de Gestión del Patrimonio Cultural, Akal, México, 2012, pp.11-12.
[2] José Ernesto Becerril Miró, El derecho de Patrimonio Histórico-Artístico en México en Raúl Brañes (Compilador), El objeto jurídico tutelado por los sistemas de protección de patrimonio cultural y natural de México, Editorial Porrúa, 2003, pág.6.
[3] José Ernesto Becerril Miró, El derecho de Patrimonio Histórico-Artístico en México en Francisco Arturo Schroeder Cordero, artículo “Patrimonio cultural”, Editorial Porrúa, 2003, pág.7.
[4] http://www.musica.com/letras.asp?letra=813698 consultado en 05 de diciembre 2018.













miércoles, 6 de noviembre de 2019

Historia de la música ranchera

De acuerdo con la página de internet MusicandoteLa música ranchera es uno de los géneros más característicos de la cultura mexicana y que incluso, se encuentra presente en otros países, gracias a los músicos que se han encargado de llevarle al mundo un poco de estilo musical. Además señala que este tipo de música se remonta al siglo XIX, no obstante, no sería sino hasta después de la revolución mexicana en el año de 1910, que alcanzaría su máxima expresión como parte de los gustos y costumbres del país. Posteriormente pararía a formar parte de muchas películas de la edad dorada del cine mexicano, haciendo surgir a muchos clásicos que hasta hoy en día, no son olvidados por los amantes del género[1].

Según Yolanda Moreno Rivas, autora del libro Historia de la música popular mexicana[2], la región que más ha influido en la evolución y desarrollo de los nuevos géneros campiranos citadinos ha sido el estado de Jalisco. La persistencia y difusión del mariachi han sido tan prolongadas y amplias que en la actualidad la música mariachi o ranchera ha venido significar  - tanto en México como en el extranjero – la música nacional por excelencia.
Las canciones que hoy conocemos como rancheras, así como el conjunto comercial de mariachi, son el resultado de una larga y accidentada evolución. Los antiguos sones jaliscienses, conocidos desde el siglo pasado, tuvieron un desarrollo paralelo en los estados de Michoacán, Guanajuato, Querétaro y Aguascalientes. De un conjunto de danzas originales españolas como boleros, tiranas y seguidillas, derivaron sones bailados con características criollas o mestizas a más de jarabes y un sabroso conjunto de pateritas, lloviznitas, chimizclanes, perejiles y churrimpamplis.

Los instrumentos originales utilizados desde el siglo pasado para la ejecución de los sones característicos de la región, fueron por lo general dos violines, un arpa, una vihuela de cinco cuerdas, un guitarrón de golpe conocido como tololoche y una tambora, con lo que la organización del conjunto presentaba una gran similitud con el conjunto de arpa grande de Michoacán.




[1] Musicándote, Música Ranchera, Recuperado de htp://musicandote.com/musica-ranchera/
[2] Yolanda Moreno Rivas, Historia de la música popular mexicana, Alianza Editorial Mexicana, México, 1979










martes, 5 de noviembre de 2019

Origen del término "mariachi"


Los grupos autóctonos de músicos fueron conocidos en Jalisco desde el siglo pasado con el nombre de mariachi. El origen de la denominación ha sido muy controvertido; la explicación más aceptada es la que afirma que desciende de la palabra francesa marriage que significa boda. Se afirma que durante la intervención francesa (1864-1867) los grupos regionales tocaban música festiva en las bodas de los franceses y por extensión se aplicó el nombre de mariachi a los conjuntos que amenizaban las fiestas. Los músicos de estos grupos eran apodados mariacheros. Por otra parte, José Ignacio Dávila Garibi afirma que la palabra deriva de una expresión común en la región de Cocula, Zacualco y otras partes de la antigua nación de Coca (hoy Jalisco). Finalmente, Gabriel Zaldívar sostiene la teoría de que mariachi sencillamente designa el tablado donde se colocaban bailarines y músicos.
La designación de mariachi no se generalizó hasta el siglo XX, en el momento en que músicos autóctonos comenzaron a llegar masivamente a la capital. En el año de 1927, llegó al Distrito Federal el grupo Mariachi de José Marmolejo y su tío Cirilo Marmolejo, con un grupo formado por “Chonco” Andrade, Salvador Flores, Pablo González, Casimiro Contreras, Antonio Partidas y Agapito Ibarra.

La novedad de la vestimenta, el porte y el repertorio apenas dado a conocer en la feria de la canción Mexicana (1927),  organizado por el Teatro lírico en las calles de Medina, hoy República de Cuba, aseguraron el éxito inmediato del grupo. Sin embargo, pronto todos los músicos, a excepción de los Marmolejos, regresaron a Cocula, Jalisco. Posteriormente, Marmolejo creó otro conjunto en el Distrito Federal, dedicándose casi exclusivamente a tocar sones, con el nombre de mariachi Tapatío Marmolejo. Para el año de 1932, siendo parte del elenco de una radiodifusora, habían conquistado definitivamente al público de la República Mexicana. Ese mismo año pasó por la ciudad de México el músico Silvestre Vargas, pero solo se estableció permanentemente en 1934 cuando ingresó a la XEW.
El mariachi Vargas usaba una nueva dotación instrumental, tanto para los antiguos y nuevos sones, como para acompañar a los artistas de revista, radio y cine. El conjunto constaba de cuatro violines, arpa, guitarra sexta, vihuela y guitarrón de golpe (tololoche). El tololoche era tocado en aquellos años por Gaspar Vargas, el padre de Silvestre, fundador de conjuntos similares y mariachi desde 1898. La existencia del concepto mariachi ya existía desde finales del siglo XIX, cincuenta años después de la independencia de México, pero aún no era música regional o folclórica que nos identificase como mexicanos, estaba naciendo como  patrimonio intangible.

La última modificación importante que sufrió el conjunto tradicional es la integración de la trompeta, antes de la desaparición del arpa y la sustitución de la vihuela por otra guitarra sexta. La adopción generalizada de esta nueva distribución instrumental no se llevó a cabo de inmediato; de 1940 a 1953 era todavía posible encontrar el arpa y la vihuela en los grupos mariachi de Jorge Negrete.

El agregado de la trompeta fue una modificación que surgió a partir de las necesidades sonoras de acompañamiento. Es posible que la inclusión de la trompeta en el mariachi fuese originalmente una imitación de la instrumentación brillante del Septeto típico habanero que venía Cuba, ya que justamente la influencia de la música cubana en México alcanzaba su culminación por aquellos años y para 1932  México ya contaba con excelentes trompetistas al estilo de los cubanos. Esta es, la hipótesis plausible sobre la adhesión de la trompeta en el mariachi. Quienes aseguran que esta se debe a la imaginación sonoro-visionaria del dueño de difusoras y hombre de negocios Emilio Azcárraga añade un improbable lauro a sus muy loables hazañas.

Así como el repertorio del mariachi consistía casi exclusivamente de sones, en la actualidad el mariachi hace de todo; toca desde valses hasta canciones románticas, pasando obligatoriamente por el bolero ranchero.

Actualmente, el mariachi ha venido a convertirse en el símbolo de la música mexicana, indigentes o de lujo, los mariachis se encuentran en toda la república, lo mismo que en Durango que en Veracruz y Guerrero. Su estilo uniforme de ejecución ha logrado influir no solo en la canción ranchera, sino en la romántica y el bolero citadino. La influencia del mariachi ha trascendido más allá de nuestros límites nacionales. Es posible encontrar mariachis (originales o en la versión local) en Guatemala, Colombia, Venezuela, Argentina, España e inclusive en Japón.



domingo, 3 de noviembre de 2019

El rescate de las esencias nacionales


La canción campirana originaria en el siglo XIX pareció sufrir un proceso de revitalización: se trata de un nacionalismo que desemboca en una canción añorante al estilo de la Canción mixteca (1916) de José López Álvarez, La pajarera, El desterrado (1917) y La borrachita (1918) de “Tata Nacho”. La acogida que tuvieron estas canciones elaboradas por músicos con preparación académica fue tan grande y tanta la demanda que en 1919 la RCA grababa en Nueva Jersey toda una serie de canciones con esas características: Paloma blanca, Juan soldado, A la orilla de un palmar, El abandonada, La  pajarera, y Perjura, ejecutadas por los intérpretes triunfadores de aquellos años: Carmen García Cornejo, Ángel R. Esquivel, Mario Talavera, Felipe Llera y los duetos Abrego-Picazo y Ovando-Rosete.
Nuevas canciones vinieron a afirmar el naciente género de recreación ranchera, que pronto se convertiría en un producto citadino con color campirano. Tal es el caso de Adiós Mariquita Linda (1925) de Marco Antonio Jiménez, La negra noche (1926), de Emilio D. Uranga, Allá en el rancho grande (1927), en arreglo de Silvano Ramos y El limoncito (1928) en arreglo de Alfonso Esparza Oteo.
En los años veinte, el género conocido como "canción rancheraestaba muy distante del estilo inseparable del mariachi que ahora se conoce. Por lo general, se le acostumbraba cantar  acompañado por piano, orquesta  de alientos (maderas) o de cuerdas.


La nueva canción ranchera se manifiesta sobre todo en la modalidad de son alegre, campirano y bucólico-ranchero de Atotonilco (1933), de Juan José Espinosa; Flor Silvestre (1929) de los Cuates Castilla o Soy virgencita (1929), en arreglo de Armando Rosales, pero también en el estilo de evocación triste de La negra noche (1926), de Emilio D. Uranga y en el más popular de todos, el nuevo estilo bravío representado por la cancionera Lucha Reyes cuando se retiró del grupo Garnica-Ascencio, al perder su voz de soprano, y se dedicó a cantar de garganta.





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